En un rincón desolado
de este jardín apagado
aquel altanero invierno
todo no lo ha marchitado.
Una semilla crece
derribando de a poco
a la muerte,
surgiendo a cada minuto
velando por su suerte.
Lentamente a llegado el día
para brillar sobre la tierra,
ha vencido ya triunfante
aquella fría guerra...
sus frágiles hojas,
posadas sobre el delgado tallo
tenuemente cobran vida
para entregar su tibio rayo.
Al llegar el ansiado momento
nace el esperado regalo,
una rosa roja
que rompe el aire congelado.
El jardín ha suspirado
ha dejado su mustio manto
y de verde se va llenando
¡que hermosa rosa!
que el aire está alegrando
mientras extiende sus pétalos
que a las mariposas va llamando.
En el regazo de sus hojas
está entregando dulzura,
demostrando todo el esfuerzo
que la dotó de tal hermosura.

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